NO VOY NI VENGO
Atrás la noche mientras corre por la espina dorsal tu recuerdo,
los lunares respiran tu nombre y me miro los pies quietos
para saber si ellos saben hacia dónde vamos…incompletos…
Ingenua mi cabellera cae como lluvia leve sobre el tiempo.
Desde mi antebrazo nace la sombra en contratiempo
y cae el rizo en espiral vertical como llama ardiendo,
la noche queda espaciada atrás distante e imprecisa
y a contraluz de todo, en primer plano, mi cuerpo pleno.
Un arete breve me sujeta al mundo en el que no creo
y voraces los silencios se agolpan entre los secretos,
cierro los ojos y la música se suspende en el oído intenso
que desvela los golpeteos de la sangre dentro del cuerpo.
Se estacionan en mi piel emociones en marejadas,
me nacen caracoles de pensamientos en exceso
y silente niña-mujer con esta relatividad extraña
me envuelvo en el sabor anaranjado de tu beso.
Por los hombros se deslizan las sombras de lo incierto
y se agita en cada vello el mar de pasiones que llevo,
el omóplato se rinde entre la vida y el entresueño;
solitaria soy la poesía en la nuca infinita del universo.
Es un mar traslúcido en noche, e insoportable calma,
la oscuridad se torna viscosa, todo lo envuelve, densa;
pero la luz de mi piel subversiva, turbulenta, la traspasa
con la sutil magia violenta y plácida de la total entrega.
Desnuda, las canas brillan a contraluz y me detengo,
en el encuadre entre mi pierna y mi sien yo me sostengo
envuelta en mí, en mí retenida, no voy ni vengo;
Aquí estoy enclavada como pronombre en el verbo.