La prima Raquel colecciona conchas de caracol y las guarda en una caja de zapatos, junto a pepitas de sandía y de chirimoya. Da vueltas al café hacia el otro lado y siempre toma el postre justo antes del almuerzo. Cuando más llueve, coge el paraguas del abuelo y se va a dar un paseo.
Así que cuando la vimos corriendo escaleras arriba, todos salimos al jardín. Subida en el pretil de la azotea nos anunció su decisión de poner en libertad sus pajaritas de papel.
Su completa ignorancia en materia de papiroflexia quedó demostrada. Pero volar, volaron.