CON LOS BRAZOS ABIERTOS
Sobre este tiempo sempiterno, en la burbuja de los pensamientos que me envuelven con su manto sutil y transparente, cierro los ojos para volar en el verso infinito que carga ese amor a los pies descalzos y al silencio. Me imagino flotando en el agua y tocando las nubes con la punta de los dedos de mis pies. Calladita estoy gritando en el mutis de los dioses niños que se sorprenden por cada infinitesimal detalle. No quiero ruido, solo música, esa música de violines que se extiende como un velo. Pero afuera el mundo es otro más allá de los misterios que imagino. Quiero habitar recostada aquí sin que mis pies toquen el suelo.
Me pienso, me descubro y me sonrío. Esta burbuja del arte me sostiene con suavidad y camino pareciendo levitar con la sobria calma de la sonrisa que nace espontánea como un árbol, extiendo los brazos para abrazar todo el universo de aquí a Argentina, de Argentina a España y volver. Cuántos mundos paralelos habitamos cuando escribimos, me gusta quedarme quieta sobre el jardín de los pensamientos y sentir la punta de la yema de mis dedos. Sentir con intensidad monstruosa el leve aire que respiro y que mueve el velo de los silencios que van nombrando todas las emociones. Me gusta jugar a que muero en la página en blanco con cada letra que escribo mientras dulcemente me duelo y vuelvo a sonreír.
Dolerse es en este caso saberse tan vivo, sentir el aire en los pulmones, el movimiento del estómago, sentir la uña incrustada, la hebra del cabello. Sentir el movimiento de la pestaña y presentir incluso el movimiento que está por realizar el cuerpo y volverse una idea en espiral que se vuelve concéntrica hacia el punto de equilibrio entre las emociones, las sensaciones y el pensamiento para luego hundirse, hacia arriba, en el punto focal del velo que como un imán atrapa el ser que se desprende desnudo y vital hacia sí mismo.
Volar, moverse como nube, silbar como el viento, rehacerse como ola de mar: eso hace el poeta a cada instante. ¿Descansa? Sí, descansa de todo cuanto no es…o ¿Muere? Sí, muere porque solo cuando se muere se sabe cuán vivo se ha estado. Muere en el beso, muere en la palabra, muere en la gota de lluvia. Muere a cada instante ínfimo, muere con los brazos abiertos gritando en silencio que está vivo. Así, hoy muero entre líneas paralelas que no van a tocarse nunca. Desnudamente viva.Despeinadamente viva. Descalzadamente viva. Impúberamente viva. Agotadoramente viva. Con los brazos abiertos en la espera inmortal y transversa de los versos que se asoman como flash, abriendo los ojos con dulzura para apreciar la luz, para volver a calcular el aire que entra a los pulmones y el sabor del agua humedeciendo los labios.