DETRÁS DE UNAS MADERAS
Tarareo alegre una canción mexicana mientras mi niño esconde su rostro detrás de una piña y Txuti observa lo que ocurre casi a ras de suelo. Todo musita la voz del viento, pero la imagen invisible revoluciona un sueño quebrado.
No falta nada, todo está pintado. Tengo ocho sandías y tres piñas que maduran con el tic-tac del reloj que no llevo. Todo se tiñe de color cuando hay algo que comer y un poco de agua pueda discurrir por la garganta.
Ustedes pensarán que me encuentro dentro de una ducha o algo parecido y que estoy medio vestida, no obstante, no les diré qué esconden estas puertas de madera grisáceas. Sonrío para mis adentros, sigo tarareando y bendigo lo que soy y tengo.