El compadre Santacruz
Conocí a Víctor ‘el compadre’ Santacruz en Querétaro, un sábado al mediodía. La plaza Santa Cecilia, más conocida como la plaza de los mariachis, es el lugar en donde tocan y cantan varios grupos de música mexicana durante todo el día. Me acerqué a la banda de Víctor porque estaba interpretando una de mis favoritas: ‘El mariachi loco’, de las rancheras más solicitadas por los extranjeros que llegan a la patria de Agustín Lara y José Alfredo Jiménez.
Le dejo unas monedas al finalizar la canción y le pido que me explique la razón de su éxito: “Yo no sé por qué los turistas adoran esta rola; se ponen a bailar, a cantar y a echar desmadre. Se toca porque sabemos que les gusta. Pero la verdad es que a varios de los de aquí no nos hace mucha gracia. Tenemos un repertorio maravilloso, con temas que hablan de lo bonita que es nuestra tierra, su gente y las mujeres. Cómo vas a compararla con ‘Volver’, ‘El rey’ o ‘Si nos dejan’. Y eso que te he dicho las más conocidas, porque te puedo nombrar muchísimas que la gente ni idea tiene que existen” me dice Víctor sin dejar de acariciar las cuerdas de su guitarra.
Le pregunto cuál es la canción que más lo emociona: “Rancheras hay varias, porque ya sabes que los mexicanos le escribimos a todo, como ‘El corrido del caballo blanco’ de José Alfredo Jiménez, que en realidad se la escribió al Chrysler Impala del 57 que lo acompañó de Guadalajara a Tijuana una vez que la gira no le salió como la tenía planeada. En una estrofa habla del hocico sangrante del caballo pero en verdad se trata del radiador que se le había picado a medio camino. Además en esa canción se menciona muchos lugares de nuestro hermoso México. Pero también somos buenos para las serenatas y el amor como en ‘Deja que salga la luna’; y es que cómo no va a caer enamorada una mujer si usted le dice ‘cuando estoy entre tus brazos, siempre me pregunto yo, ¿cuánto me debía el destino, que contigo me pagó?’. Era grande José Alfredo” me responde con nostalgia el músico callejero.
Hablamos de cómo se gana la vida en este lugar: “Nosotros estamos aquí generalmente de miércoles a domingo, desde las doce del día hasta más de la medianoche, sin parar. Cada uno sacamos al día alrededor de 300 pesos –más o menos unos 20 dólares-. Eso sí, si conseguimos que nos lleven a una fiesta o a dar una serenata podemos ganar mucho más porque ahí cobramos por hora. Hay varios grupos que empezaron aquí y ahora ya casi ni vienen porque tienen una clientela fija que los llama para cualquier reunión. Ellos ya no necesitan banquetear clientes como nosotros. Pero ahora que me está entrevistando pues a ver si nos vuelve más famosos, ¡caray!” me dice Víctor con una sonrisa en la que relucen sus blancos dientes.
“¿Y a todo esto, en qué periódico y cuándo va a salir esto?” me cuestiona el compadre Santacruz, cuando le pido que se ponga al lado de uno de los cactus del lugar para sacarle una foto. “En ninguno, es para mi blog” le respondo mientras calibro el lente de la cámara. “¡No me chingue jefe! Entonces le va a salir más caro” me dice el mariachi con franqueza sin perder la sonrisa. “No te preocupes que de aquí nos vamos a la casa de unos amigos a darles una sorpresa” le digo para tranquilizarlo. “¿Pero vamos a tener que tocar ‘El mariachi loco’? me pregunta con sorna. “No te queda otra” le contesto sin ninguna duda.