SUSURRO SUBLIME
Corriendo por la vida, marcando huellas en los segundos, libre de miedos, de prejuicios. Libre de burocracias. El cabello suelto en las metáforas tras la transformación del mundo, haciendo versos, extendiendo los brazos, corriendo sin prisa para disfrutar del viento y de la arena que se desliza entre los dedos. En búsquedas precisas de las realidades sencillas, humanas, sensibles.
Izando los sueños sin límites, hasta las risas sueltas y los rizos bailantes, y recitar los versos mientras se va por la vida, inventando los pasos intensos y sutiles hasta las profundidades de los entresijos jugando con la cordura y la locura en equilibrio perfecto.
En el tobogán de las emociones intelectuales y el placer de sentir cada palabra, cada gota de lluvia, cada puntito de arena, cada roce del aire y convertirse en brisa, en música, beso, universo, caricia. Hilada a cada punto del spin del universo, pequeña e infinita.
Diosa, desnuda, a orillas del mar que explota a besar los pies y huye tímido y luego se entiza murmurando mi nombre mientras espumea de azul-verde al blanco, que vuelve a ser calma y explosión como la vida misma.
Mujer, poeta, en el conteo de los días que van desapareciendo en este amanecer anaranjado y este anochecer de luna llena, mientras el viento mece las hojas de los árboles que no miro desde aquí pero que escucho en ese susurro sublime que luego mueve mi vestido entre las piernas y entrelaza los dedos en mi cabellera que brilla al sol que con un solo ojo reflecta a contraluz mi silueta.