DON FÉLIX
Don Félix pronto va a cumplir setenta y ocho años. Desde los veintiuno conduce la misma motocicleta que su padre le regaló cuando alcanzó la mayoría de edad. “Se la compró a un francés que huyó de la ocupación nazi durante la segunda guerra mundial. El gabacho se vino con la moto desde Burdeos, evitando los controles de los soldados alemanes, y llegó hasta San Sebastián. Aquí se casó y tuvo cuatro hijos. De vez en cuando alguno me visita con sus nietos para que les enseñe la moto de su bisabuelo” recuerda con lucidez el veterano motorista.
Su Monet & Goyon de 1932 es una pieza codiciada por muchos coleccionistas. Sus cien centímetros cúbicos de cilindrada y su motor de dos tiempos fueron una revolución en su momento. Su moderno diseño y el peculiar tono naranja de los fierros lo convierte en un objeto invaluable. “Sólo hay tres en el mundo con ese color y ninguno está en tan perfectas condiciones como el mío. Me han llegado a ofrecer muchos millones de pesetas por ella pero mi Monet no tiene precio. ¡Me la llevaré a mi tumba y haré que la pongan en un pedestal!” sonríe Don Félix cuando comenta de su extravagante deseo.
Este año es muy especial en la vida de Don Félix. Hace unos meses Josefa, su compañera de toda la vida, falleció víctima de una fulminante enfermedad. Ella lo había acompañado en casi todos los viajes que, año tras año, los llevaron por las carreteras de hasta tres continentes distintos. Juntos estuvieron a punto de completar la meta que se propusieron cuando se casaron: recorrer cien países en moto. Josefa se quedó en los noventa y nueve. “Pepa fue siempre la más entusiasta para conseguir nuestro objetivo. Ella seleccionaba los lugares y preparaba todo nuestro equipaje. Yo me ocupaba de poner a punto las máquinas y de trazar la ruta en los mapas que compraba por correspondencia” expresa Don Félix, esta vez con nostalgia.
La convención anual de motos antiguas se realiza este año en Kaunas, la segunda ciudad más importante de Lituania, el último de los países bálticos que Don Félix tenía pendiente conocer. “Será como un homenaje para mi mujer. Lo haré tranquilo, sin prisas, disfrutando del trayecto. Cruzaré París, Colonia, Berlín, Varsovia y espero llegar a Kaunas en menos de una semana. Una vez ahí ya veré qué hacer. Tengo algunos amigos moteros que conocí en un evento similar hace un par de años en Brujas. Seguro que ellos tendrán más de una propuesta interesante para hacerme” me cuenta Don Félix con la misma vitalidad y energía con la que lo conocí cuando me mudé a su barrio a inicios del 2000.
“¿Y el próximo año qué? ¿Habrá un país ciento uno?” le pregunto mientras le palmoteo su todavía fuerte espalda. “¡No!, no lo creo. No sé si estaré vivo para entonces. En cualquier caso ya no tendría ninguna motivación para seguir rodando. Creo que me dedicaré a escribir mis crónicas de viajes. Todas las que he leído hasta ahora no me han convencido. No reflejan la vivencia de un verdadero motociclista como yo. Espero que me ayudes a darle forma, mi joven escritor”, me dice devolviéndome la palmada. “Seguro que sí Don Félix, será un verdadero placer”.
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MR FÉLIX
Mr Felix will be sixty eight soon. He has been driving the same motorbike since he was twenty one, when his father gave it to him as he became adult. ‘He bought it to a French guy that escaped from the Nazi occupation in the Second World War. The Frenchman came with the motorbike from Bordeaux, avoiding the German soldiers’ checkpoints, and reached San Sebastian. Here he married and had four children. From time to time, one of them comes with his grandchildren to show them their great-grandfather motorbike’ lucidly remembers the veteran biker.
His 1932 Monet & Goyon is that kind of piece admired by many collectors. Its one hundred cubic centimetres cylinder capacity and the two stoke engine were revolutionary at those times. Its modern design and the unusual orange colour of its iron parts make it a priceless object. ‘There are only three in the world in this colour and no one in so good conditions as mine. I’ve been offered millions of pesetas, but my Monet has no price. I’ take it to my grave and I will have a pedestal being made!’ smiles Mr Felix when he mentions his extravagant desire.
This is a very special year in Mr Felix life. Months ago, Josefa, his all life partner, died as consequence of a sudden sickness. She was his companion in almost all trips, year after year, across the roads of three different continents. They were about to achieve the goal proposed when the married: to travel around one hundred countries on motorbike. Josefa only reached ninety nine. ‘Pepa was always the more enthusiastic to get our target. She selected the places and packed all the baggage. I was in charge of tuning the machines and drawing the route on the maps I bought by mail’ says Mr Felix with a tinge of nostalgia.
The annual meeting of old motorbikes will be held this year in Kaunas, the second city of Lithuania, and the last Baltic country still to know. ‘It will be a sort of tribute to my wife. I will make it calm, slowly, enjoying the way. I will go through Paris, Köln, Berlin, Warsaw, and I hope to reach Kaunas in less than a week. Once I’m there I will decide what to do. I know some bikers I met in a similar event a couple of years ago in Brugge. I’m sure they will have interesting proposals to make’ tells me Mr Felix as firm and full of life as he was when we first met at the beginning of 2000, when I moved to his neighbourhood.
‘And what about the next year? A one hundred and one country?’ I ask while I clap him on the back. ‘No! I don’t think so. I don’t know if I will be still alive. Anyway, I would have no motivation to keep on rolling. I believe I will devote to write my travel chronicles. I didn’t like any of those that I read. They do not reflect the experience of a real biker like me. I hope you help me to shape it, my young writer’, he tells me by clapping me on the back in return. ‘For sure, Mr Felix, it will be a pleasure’.