Te veo entrar y la casa se desborda con tu alegría, tus gritos, tu risa.
Renace el aroma de la comida que prefieres y vuelvo a la cocina a hornear las galletas de miel que hace tiempo ya no preparaba.
Vuelven tus colores a pintar los muros, esos ambientes deslucidos por el tiempo se iluminan con el torbellino que provoca tu sonrisa, entonces la casa se invade de vida una vez mas.
La tibieza de tu mirada templa la mía mientras tus caricias rejuvenecen mis manos, al sujetarlas vuelvo a ser joven por un rato, porque tu elixir me transforma. Somos jinetes, amigas que van a tomar el te, pintoras, peluqueras, cómplices, compinches y comemos caramelos en secreto porque ¡muchos dulces hacen mal!.
En vos vuelvo a amar a mi hija con un amor mas inmenso y comprensivo, regreso una vez mas a sostenerla en mis brazos, a brincar con ella, a reconocerla en tus ojos. Y así mientras el tiempo se detiene mi alma juega con vos, como solo lo hacemos con los nietos.