Pintar la mirada, es robar el alma del retratado. El pintor lo sabe. También sabe, que la mirada lo dice todo y que si no consigue retratar bien la mirada, no conseguirá un buen retrato. El pintor sabe la importancia de captar la esencia y plasmarla. Tiene que leer entre líneas y robar el interior. Mirar fijamente a los ojos sin miedo, detenerse y entender lo que dicen los ojos. Debe perfilar la personalidad en esa mirada. Por eso hay retratos que tienen algo y otros que no. Hay retratos a los que no puedes dejar de mirar, como si te estuvieran contando algo, como si los ojos hablaran. Y hay otros que parecen vacíos, aburridos. Ahí está la magia del pintor, el arte del poderoso, el secreto del ladrón de espíritus.
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Drawing the gaze, that is stealing the soul of the depicted. The painter knows that. He also knows that the gaze says everything and that a good portrait cannot be obtained unless the gaze is well taken. The painter knows the importance of capturing the essence and reflecting it. He must read between the lines and steal the inside. Staring at the eyes without fear, stopping and understanding what the eyes are saying. He must outline the personality in the gaze. That’s why some portraits have a feeling and others do not. There are portraits that you cannot stop looking at, as if they told you something, as if the eyes spoke. And some others look like empty, boring. This is the magic of the painter, the art of the powerful, and the secret of the spirits’ thief.