Es mi pueblo. Sé que llegué porque vine con madre, mejor dicho dentro de ella. Siempre olí a mar, respiraba mar, sudaba mar, y como no, amé toda mi vida a este pescador; el de la foto, que me pescó y aquí estamos los dos recordando el pueblo y contándonos arrugas. Algunas de llanto y las más de felicidad. Primero por mi Susi, por mi otro hijo que mis neuronas hacen que me olvide su nombre, pero lo amo tanto como él a mi. Otras arrugas vinieron porque la vida te las dibuja tanto si quieres o no. Pero bueno a lo que iba, mi pueblo que de verdad sin llegar llegabas, que muchas veces los colores perdían intensidad, el día se volvía noche y a ella le faltaban las estrellas y la luna, pero para ello estaba mi amado compañero, tejiendo mi felicidad.
Recuerdo los tejados a ras del suelo. Entrábamos por las ventanas. Ahora sé que no podría. Las puertas solo estaban para permanecer cerradas con siete candados. La soledad no existía.
Mi memoria me juega malos ratos. No importa. Abro mi ventana pequeña como un pañuelo y vienen los chicos, mis amados jóvenes desde muy lejos y los abrazo junto a mi pañuelo. Mi mente pensante me mira, suspira. Y pasan los días, las noches, muchas de ellas aun sin luna, sin estrellas. Siento junto a mí su calor, lo busco con mis manos, lo encuentro tranquilo en un sueño profundo. Bien, todo sigue igual.
Ojalá mañana recuerde como fue este día, esta noche, este sentimiento tan profundo como la fotografía que me mandó esta chica que vive tan lejos y la quiero tanto.
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It’s my hometown. I know I arrived because I came with my mother, better said, I came inside her. I always smelt the sea, breathed sea, sweated sea, and of course, I’ve been in love with this fisherman all of my life; the man in the photograph, that caught me, and here we are both remembering the village and counting our wrinkles. Some of them from crying, but more of happiness. First for my Susi, and my other son, whose name I forget because of my neurons, but I love him as much as he loves me. Other wrinkles are due to the life that draws them, no matter if you wish or not. But coming back to the point, my village that I reached without realising, where so many times the colours lost intensity, the day became night and the night missed the stars and the moon, but there I had my lovely partner, fabricating my happiness.
I remember the very low roofs. We got into through the windows. I know I wouldn’t be able currently. The gates remained just to be closed with seven padlocks. Loneliness didn’t exist.
Mi memory plays with me. I don’t mind. I open my little window like a handkerchief and the kids come, my beloved kids from so far, and I embrace them with my handkerchief. My thinking mind looks at me, sighs. And the days go by, so the nights, so many of them without moon, without stars. I feel his heat next to me, I seek him with my hands, I find him calm in a deep dream. Fine, nothing has changed.
I wish I will remember how this day was, this night, this feeling as deep as the picture sen