Conozco las drogas blandas.
Tus muslos, tu vientre, tus tetas.
Ellas en mi boca, ellas en mis labios,
ellas en las palmas de mis manos.
Tu risa, el desayuno blando del domingo
y tus abracitos por la espalda.
Pero también conozco las drogas duras.
Tu voz, tu silencio, tus sentimientos, tu olvido.
El mono al recorrer tus pasos
cuando ya sólo son hormas, clavos,
puñetazos a mi euforia de soldado raso.
Dura tu voz al acabar en alto,
duros tus sentimientos por mí,
y más duros aún, por otros.
Duro como el plomo tu olvido.
Ya no prefieres aquel vestido,
se te abultó de golpe el armario,
las cruces del calendario,
las fotos de los amigos,
las medias para gozar en plenitud.
Sí, lo confieso:
soy drogadicto.
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I know the soft drugs.
Your thighs, your belly, your tits.
They in my mouth, in my lips,
in the palm of my hands.
Your laugh, the Sunday’s soft breakfast
and your sweet hugs on the back.
But I also know the hard drugs.
Your voice, your silence, your feelings, your oblivion.
The withdrawal symptoms when going over your steps
that are just shoetrees, nails,
punches to my private’s euphoria.
Hard your voice ending on top,
hard your feelings for me,
and even harder, for others.
Hard as the lead of your oblivion.
You don’t prefer that dress anymore,
the wardrobe suddenly enlarged,
the marks on the calendar,
the pictures of the friends,
the stockings to fully enjoy.
Yes, I confess:
I’m drug addict.