Le pusimos “El Ruso”, aunque nunca supimos quién era ni de dónde venía. Apareció una tarde en la puerta de la taberna, nos saludó con un movimiento de la cabeza y se apropió de la esquina de la barra para siempre. Recuerdo con qué mimo depositó en una silla su fuelle inseparable, y cómo señaló con el dedo una botella que hasta entonces había permanecido olvidada en el fondo del mostrador.
Pronto fue uno más. Al volver de pescar lo encontrábamos sentado en su lugar habitual. Nos saludaba con su enorme sonrisa y continuaba bebiendo en silencio. De repente, se volvía hacia nosotros y rompía a hablar en su lengua indescifrable, gesticulando y riendo a carcajadas, la mirada perdida en un océano lejano.
Un día desapareció y ya no volvimos a verlo. Ahora, al entrar a la taberna, miramos a la esquina vacía y hablamos de naufragios, de tormentas y mares embravecidos, de mujeres de grandes ojos negros y puertos que huelen a pimienta y a clavo, de puestas de sol en horizontes de colores ilimitados. Historias que El Ruso nos contaba en un idioma que no conocíamos.
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We named him “The Russian” although we never knew who he was or where he came from. He showed up one evening at the tavern door, nodded as a salute and took over the corner of the bar from then on. I remember his tenderness when leaving his inseparable accordion on a chair, and the way he pointed his finger at a bottle that had remained forgotten at the end of the counter until then.
He quickly became one of us. When we came back from fishing we´d find him sitting at his usual place. He´d greet us with his huge smile and go on with his silent drinking. He´d suddenly turn to us and burst out talking in his indecipherable language, gesticulating and guffawing, his stare lost at a far ocean.
One day he disappeared and we didn´t see him again. Nowadays, when going into the tavern, we gaze at his empty corner and talk of shipwrecks, of storms and rough seas, of women of big black eyes and ports smelling of pepper and clove, of sunsets on horizons of countless colors. Stories that “The Russian” told us in a language we didn´t know.
Traducción: Gorka Biggi
Translation: Gorka Biggi