Lo que le llamó la atención, cuando se lo cruzó por la calle, fue su mirada alucinada. Le siguió hasta el puestito callejero de comidas. Se sentó a su lado y le ofreció un cigarrillo. Él lo aceptó y le contó su historia.
Le contó cómo acababa de salir de prisión, donde había pasado veintiséis años acusado injustamente de apuñalar a un vecino. Cómo su mujer se había llevado a su hijo a una provincia lejana, cómo familia y amigos lo habían abandonado, cómo no le quedaba nada. Cómo su vida había quedado destruida por un crimen que no había cometido.
Se levantaron y caminaron un rato. Él le quiso mostrar dónde había ocurrido todo. Cuando entraron en el callejón, tardó sólo un instante en darse cuenta de que algo no encajaba.
Se dio la vuelta. Pero ya era demasiado tarde.
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What caught his sight, when he walked past him on the street, was his hallucinated gaze. He followed him to the street food stand. Sitting besides, he offered him a cigarette. He took it and told him his story.
He told him about his recent exit from prison, where he had spent twenty six years untruthfully blamed of stabbing a neighbor. How his wife had taken his only son to a far away province, how family and friends had abandoned him, how he had nothing left. How his life had been shattered by a crime he hadn´t committed.
They stood up and went for a walk. He wanted to show him the place where it all happened. When they went into the alley, it took him only a moment to realize that something wasn´t quite right.
He turned around. But it was too late.